“Tengo una visita con clientes. ¿Qué me pongo? ¿Traje y corbata?” – me preguntó ayer un equipo de comerciales durante una formación.
Es una pregunta que me hacen más habitualmente de lo que te imaginas. Porque, cuando damos importancia a nuestra marca, sabemos que todo comunica (clica y tuitéalo)
La conversación fue así:
- Vestiros como lo hagan vuestros clientes. ¿Cómo visten ellos? – pregunté.
– ¡Buf, hay de todo! Hay algunos que salen con traje y corbata, otros con bambas de marca carísssssimas…
– Puedes adaptaros allá donde vayáis. Yo siempre tengo una americana y unos tacones en el coche por si acaso – respondí.
– Bueno, en nuestro caso, en vez de tacones, tendremos que llevar chirucas, porque tenemos un cliente al que vamos a visitarle a la granja de vacas…
Otro caso real: una empresa que asesoré hizo un proceso de selección para fichar a un comercial. Lo vieron por la ventana nada más llegar al parking. Y, antes incluso de la entrevista, la decisión del jefe ya estaba tomada. “Si este tío se va a vender mi producto con un coche descapotable de 2 plazas y 300 caballos, no sé si venderá mucho…”. ¿Prejuicios? Quizás. Pero ese cochazo le perjudicó.
Siguiendo con el ejemplo del coche… Tuvimos un debate con una empresa con la que trabajamos. Estuvimos valorando si poner una gran pegatina del logotipo de la empresa en el coche. ¿Cuál era nuestra duda? La competencia sabría dónde estábamos en cada momento.
¿Ves cómo decisiones aparentemente tan triviales como la ropa o el coche pueden alejarnos de nuestros clientes? (clica y tuitéalo)
Mi recomendación: ahí donde fueres, haz lo que vieres. Sin perder tú estilo. (clica y tuitéalo)