En la escuela no me contaron que hay besos que paran el mundo. O que hay abrazos que son mejores que el superglue.
Ni me avanzaron que llegarían días malos, ni que tendría que saber decir “no” o pedir ayuda.
En la escuela no me dijeron que las emociones a veces pesan. O que la gente se va y, a veces, no vuelve.
En la escuela se dejaron un montón de temario.
Y en las escuelas de negocio, también. Porque los que emprenden en plan “bien” dedican un montón de tiempo en pensar su mensaje, su nicho de mercado, sus ofertas, su propuesta de valor única, su imagen, su marca, etc.
Y contratan a un fotógrafo que haga un trabajo coherente con la estética de su marca.
Y trabajan un montón su copywriting para que los textos estén alineados al 100% con su audiencia.
Y montan webs ideales de la muerte.
Negocios súper profesionales e inteligentes.
APARENTEMENTE.
Y digo “aparentemente” porque el problema está en las bases, en los cimientos.
Toda esta empresa, ¿está montada sobre unas bases estables? ¿Cada emprendedor sabe realmente quién es?
Muchas veces, cuando emprendemos, miramos más fuera que dentro. La gente espera de nosotros que seamos originales, valientes, que estemos siempre disponibles, pero… ¿y si tú no eres así? Corres el peligro de convertirte en el emprendedor que el mundo espera que seas, mostrando solo un trocito de ti (Compártelo en Facebook o Twitter).
Que sí, que quizás somos originales, valientes y cercan@s, ¡pero no siempre! También tenemos días rarunos y a ratos somos tímidos. Y la imagen que proyectamos fuera es verdad a medias para adaptarnos a lo que la sociedad espera de nosotr@s (compártelo en Twitter o Facebook). Y dejamos de compartir nuestros “fracasos”, nuestros miedos… como si no fuera real. Ocultamos las partes sensibles, más tiernas, más humanas, más nuestras, y perdemos la conexión con quien realmente somos (en este vídeo te pongo más ejemplos).
No importa la edad que tengas, ni que tan consolidada esté tu empresa. Si te sientes atrapado en esta situación, quizás toque reencontrarse y reempoderarse, porque dentro de ti hay una fuerza más potente que mi madre cuando pasa el aspirador como si no hubiera un mañana. En ocasiones, no nos sentimos comprendidos por la gente que nos rodea y nos hace falta encontrarnos y conocer a otras personas que han pasado o están pasando por la misma situación. ¿Nos dejas acompañarte?
Eres como emprendes. Permítete ser. Porque molas, de verdad.
No hace falta que hables, mires o actúes de una determinada manera, la tuya YA es buena, palabra (compártelo en Twitter o Facebook). Deja de hacer este papel tan cansado para aportar lo mejor de ti y brilla. “Shine bright”, como diría Rihanna.
Un abrazo,
Txell